Claves para discutir menos y mejor


Claves para discutir menos y mejor

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El viejo dicho “dos no discuten si uno no quiere” es tan cierto como matizable, siendo el enunciado correcto: “dos no discuten si uno es capaz de evitar caer en la tentación de discutir”.

Este matiz es muy importante, porque asume la dificultad que conlleva convivir en el trabajo o en casa con personas con las que discrepamos.

¿Qué nos pasa por dentro cuando discutimos y nos quedamos atrapados en lucha?, ¿qué hormonas se disparan?

¿Qué comportamiento adquirido por selección natural ampara la actitud que tenemos de “defender nuestro punto de vista a muerte”?

Hay que remontarse a nuestros ancestros o lo que es lo mismo a nuestra raíz animal porque las reacciones fisiológicas ante el estrés lo explican:

Nuestro organismo, ancestralmente, ante una amenaza o peligro en el ambiente, ponía en acción un sistema de emergencia que le permitía actuar con mayor rapidez, precisión y ausencia de dolor: la reacción de lucha – huida o sistema de estrés. Gracias a las hormonas cortisol y noradrenalina, nuestro organismo, ante un peligro inminente, es capaz de actuar increíblemente sin sentir dolor.

aprender a no entrar en la lucha de discusiones absurdas nos da salud emocional

Aprender a que no reverberen dentro de mí las palabras de lucha es todo un arte

El problema es que este comportamiento de emergencia, es saludable si lo usamos excepcionalmente, pero si se hace continuamente, nuestro sistema inmunológico se deteriora y nuestro organismo se desgasta física y emocionalmente. Por eso cuando nos estresamos por situaciones cotidianas, a la larga nos enferma, porque estamos poniendo en funcionamiento un sistema de emergencia demasiado a menudo.

¿Por qué pasa esto? ¿Por qué actuamos como si nos inventáramos los peligros?

Aquí es donde entra en juego nuestro ego, quien nos dicta qué peligros o amenazas nos «acechan» para decantarse por la lucha en lugar de optar por una digna retirada, o mejor dicho por evitar sabiamente la confrontación gratuita.

Es difícil asumir el sentimiento de amenaza que nos hace quedarnos en ciertas peleas, pero ahí están, en caso contrario, nos retiraríamos a tiempo.

Os comparto una lista de los peligros a menudo imaginarios que nos hacen engancharnos a una discusión o pelea en contra de nuestro bienestar a largo plazo:

  • Miedo a no tener la última palabra
  • A perder el poder o la superioridad
  • Miedo a ser ninguneado, no ser tenido en cuenta o sentirnos humillados
  • Amenaza con que alguien ocupe mi lugar de privilegio: intelectual o emocional
  • Miedo a ser vistos como un cobarde
  • Miedo a no ser reconocidos o valorados
  • Miedo a asumir un error ante el resto
  • La amenaza de que la opinión o vivencia de otras personas es tan válida como la mía
  • Miedo a cuestionarme yo mismo mis propias ideas
  • La amenaza de la vergüenza
  • La amenaza de dejar de ser los mejores en algo
  • Miedo a ser los peores en algo etc etc etc

 

Dicen los buenos maestros de artes marciales a sus alumnos: “Cuando se presente ante ti una pelea gratuita, si puedes huye, ganarás más que quedándote, independientemente del resultado de la lucha”

 “Discutir menos y mejor», por Beatriz Álvarez.

beatriz@escuchartepsicologia.com  699 251 287

 

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