
03 Feb Qué es la Indefensión Aprendida y cómo Superarla
Aquellos interesados en la psicología del aprendizaje, habréis oído hablar de la Indefensión Aprendida. Este término acuñado por el brillante psicólogo M. Seligman que, tras unos experimentos con animales y con personas concluyó:
Aquellas personas que durante su crianza tuvieron la vivencia de que el esfuerzo no genera ningún logro, de adultos creerán que “da igual lo que uno haga, no importa los esfuerzos o cuantas veces intente algo, la adversidad no se puede modificar”. Por adversidad se entienden dos tipos de realidades: exterior e interior.
La adversidad exterior son los deseos de vida, como aprobar un examen, encontrar trabajo o fundar una familia. Mientras que la adversidad interior con respecto a los deseos de antes podría ser: manejar el pánico ante un examen o entrevista de trabajo o vencer una timidez limitante para conocer potenciales parejas.
Las personas que fueron criados por padres derrotistas y pesimistas, escuchando expresiones del tipo “este mundo es un asco, todos los jefes explotan, no te puedes fiar de nadie” tienen más posibilidades de desarrollar una visión pesimista de la vida. Igualmente padres desmotivadores, frustradores o criticones que limitan la creatividad y desarrollo del niño también contribuirán a desarrollar una personalidad adulta insegura y negativa.
Sin embargo aquellos padres que incitaron a sus hijos desde muy pequeños, a vivir experiencias de superación, aplaudiendo su curiosidad, y motivando su creatividad, transmitiéndoles sus expectativas sobre ellos, y acompañándoles en la superación de sus fracasos, inocularán en sus hijos optimismo aprendido.
El optimismo aprendido es una creencia semi inconsciente basada en que “gran parte de los problemas y dificultades de la vida se pueden superar con esfuerzo y tiempo”.
Así, las personas que crecieron en circunstancias en la que sus esfuerzos no generaban ningún resultado positivo, sentirán impotencia aprendida ante cualquier dificultad de adultos, no intentando nada para superarla por considerarse incapaces para modificar cualquier condición dolorosa. Esta sensación de incapacidad, genera 4 estados mentales que se retroalimentan:
- Sentimiento de impotencia (no hay nada en mi mano par cambiar esta situación).
- Sentimiento de ser inadecuado (otras personas pueden mientras yo no, soy un ser fallido)
- Sentimiento de desesperanza y pesimismo frente a la vida (la vida no me va a ofrecer oportunidades para cambiar mi situación).
- Actitud de resignación y derrotismo frente a uno mismo (he de asumir que siempre viviré o seré así).
Por otro lado, las personas cuyos padres les enseñaron a ser optimistas, pues no les criticaron en exceso, les permitieron equivocarse y solventar sus errores por sí mimos. Estas personas ante el mismo problema se verán capaces y competentes para poner medidas para superarlo, e intentarán solucionarlo, con más o menos aciertos, pero con la creencia de que hay mucho que ellos puedan hacer para ser felices. Desarrollando un concepto de sí mismos como autónomos, capaces y adecuados al medio. Y, lo más importante, que en caso de fallar repetidamente en lograr un objetivo, no lo convierte en inalcanzable. En lugar de resignación o derrotismo ante la vida, tendrán aceptación y búsqueda de nuevas oportunidades. Además al haber acumulado más experiencias, habrán desarrollado más habilidades, siendo potencialmente más creativos, debido a una biografía más rica que les ha permitido desarrollar nuevas facultades.

Los niños tienen que aprender a reponerse de los fracasos con tu apoyo pero con sus propios recursos
Queridos padres y educadores varios:
Tan importante es prevenir durante la infancia la Indefensión, Incapacidad o Impotencia aprendida, como favorecer el Optimismo Aprendido. Y como en este artículo precisamente queremos ser optimistas y no derrotistas, vamos a centrarnos en esto último.
Antes de ello es importante matizar que, aunque la época idónea para fijar este tipo de aprendizajes es la infancia y la adolescencia:
Durante la edad adulta, también se pueden modificar esas viejas crencias limitantes.
Por ello nuestras consultas se llenan de personas que acuden a terapia de adultos, con mucha impotencia aprendida, cuyos terapeutas y psicólogos nos enfrentamos al reto de hacerles descubrir por sí mismos que sí son capaces de muchas más cosas de las que creían.
Para aquellos que quieran que sus hijos vean las dificultades como retos y no como amenazas recomendamos las siguientes
Claves educativas para favorecer el optimismo aprendido
- Ojo con los mensajes derrotistas que los adultos expresan delante de sus hijos sobre su visión del mundo: “este mundo no hay quien lo cambie, no me fío ni de mi sombra, vivir es sufrir, para qué votar si todos los políticos son corruptos, el planeta se acaba…” Estos mensajes calan en el inconsciente del niño.
- Evitar la sobreprotección. Si le resuelves todo de pequeño, ¿cómo pretendes que no se paralice ante cualquier adversidad de adulto?
- Reforzar el esfuerzo personal, (y de equipo) independientemente de los logros. Los refuerzos más importantes son atención y afecto, más que regalos.
- Instruirle para desarrollar habilidades que tenga más empobrecidas: para algunos niños será aprender a trabajar en equipo, para otros aprender a pedir ayuda, para otros tolerar la frustración etc
- Reforzar paralelamente sus logros, asociándolos al esfuerzo previo.
- Ayudar y apoyar a reponerse de los fracasos sin excesiva compasión pero con empatía y transmitiendo optimismo y confianza en él. “un suspenso no es un drama, tienes tiempo para mejorar, con un poco de esfuerzo lo sacarás”.
- Favorecer la curiosidad y la creatividad. Exponerle a diversos ambientes, experiencias y estímulos. Sacarle de su rutina y mostrarle otras realidades: Tan importante es que conozca su barrio como el barrio en el que trabaja la empleada del hogar. Tan enriquecedor es aprender natación, idiomas, o piano, como participar en un huerto, asistir a talleres de teatro o acompañar a sus padres a un comedor social. Cuanto más limitado y monocorde sea su mundo estimular, más limitadas serán sus estrategias de superación y aprendizaje.
- Permítete que tu hijo te enseñe a ser creativo. El problema de la limitación y rigidez de nuestros hijos radica en la propia limitación de los padres, los niños per se no tienen límites!, los límites se los ponemos los adultos. Ponle límites buenos, y aprovecha la frescura de tus hijos para romper tus propios corsés.
Beatriz Álvarez: beatriz@escuchartepsicologia.com 699 251 287
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