
08 Dic Preparación psicológica para el vendaval navideño
A medida que vamos cumpliendo años, solemos desarrollar sentimientos encontrados hacia la Navidad, de modo que lo que en nuestra infancia esperábamos con gran expectación por las vacaciones, los regalos de reyes y el permiso para comer dulces, con el paso del tiempo se transforma en nostalgia por el pasado, tristeza por las ausencias, además del estrés por las compras y la ansiedad y malestar por los conflictos familiares que afloran durante las comidas Navideñas.
Generalmente los que tenéis niños en la familia vivís con alegría el período navideño, independientemente de lo que la Navidad genere en vosotros, pues la ilusión de los más pequeños ayuda a mitigar tristeza, nostalgia o conflictos.
Otros vivís con rechazo la Navidad, y nosotros como psicoterapeutas lo vemos reflejado en consulta pues vuestro mensaje es “ojalá no existiera la Navidad» o «la Navidad me deprime”. Otros menos drásticos vivís con cierta ambivalencia este período: por un lado os enroláis en la espiral navideña y por otra os sentís desbordados por el consumismo, y el exceso de compromisos. Están los que sin cuestionarse mucho las cosas, echáis de menos con tristeza a vuestros seres queridos, entendiendo que la Navidad ha de seguir celebrándole, porque es lo que manda la tradición.
Hay quien adora la Navidad, sus tumultos y excesos, pero seguramente no estarán leyendo este artículo.
Para el resto:
Pautas psicológicas para transitar la Navidad:
- Dado que la Navidad coincide con el final del año natural, conviene aprovechar para hacer un sencillo balance de nuestra evolución personal. Nos guste o no, somos un año mayores, y por tanto somos un año más sabios. Sé justo y generoso contigo y trata de recapitular aquello que has aprendido durante este año. No mires lo que “tienes” con respecto al año pasado, eso es pasajero, sino tu aprendizaje, tu evolución. Valóralo y reconócelo. Si además lo escribes en un papel, mejor que mejor, y si te atreves a compartirlo con alguien, tu autoestima te lo agradecerá aún más.
- Prepararnos para el año entrante. Aunque no planifiques conscientemente el nuevo ciclo, seguro que inconscientemente te estás preparando para el nuevo año, por tanto ponle conciencia a tus ilusiones para el siguiente año. Importante: Planifica objetivos asequibles, con sencillas metas a corto plazo. Someterte a una rígida dieta o dejar de fumar el 1 de enero, después de los empachos navideños, suelen ser objetivos demasiado exigentes. Sé realista para evitar frustraciones.
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Permítete un momento para soñar: una vida sin sueños es una vida vacía, los sueños no están sólo para que se cumplan, también están para guiarnos en nuestro camino. Como decía Eduardo Galeano «La utopía está en el horizonte. Camino dos pasos, ella se aleja dos pasos y el horizonte se desplaza diez pasos más allá. ¿Entonces para que sirve la utopía? Para eso, sirve para caminar».
- Poner los pies en la tierra, la Navidad comercial llegará nos guste o no, pero puedes vivir una Navidad diferente encontrando tu particular manera de vivirla: irte de viaje, desconectar del “mundanal ruido”, permitirte decir “no” a ciertos compromisos, no a la culpa mientras dices “sí” a tu derecho a ser feliz. Y si te parece demasiado prueba a evitar transitar las zonas comerciales o poner menos la tv durante estos días. Te ayudará a sentirte menos invadido por el “espíritu comercial”.
- Si no hay manera de evitar ciertas reuniones, prepárate para ellas, identifica aquellas situaciones a las que temes, y valora qué puedes hacer tú para:
- Poner límites a impertinencias de ciertas personas.
- Evitar enredarte en discusiones que no llevan a ningún lado y que te generan malestar. Trata de anticiparte a esas situaciones y piensa ¿de qué otra manera podría afrontarlas para que no me desgasten emocionalmente?, para ello:
- Procura distanciarte emocionalmente de personas desagradables con quienes compartirás mesa: el cuñado molesto, la suegra impertinente, el padre exasperante. Trata de prepararte, para no entrar en su juego ni en su guerra.
- Si lo que te molesta de la Navidad es el consumismo, pero no puedes escapar de hacer regalos. Puedes desarrollar tu creatividad y hacer algo más personal, y obsequiar con algo elaborado por ti: tejer, pintar, escribir, cocinar, grabar música o video, tocar un instrumento, hacer una composición de fotos… Si no te va esta idea tienes la opción de acudir al comercio local, artesanos o productos ecológicos, o a las tiendas de comercio justo: se puede consumir de muchas maneras, (incluso ayudando a otros), encuentra la tuya.
- Compensar tus esfuerzos Navideños: si estás incómodo en estas fechas, busca pequeños momentos de cuidado personal: aprovecha para hacer pequeñas cosas placenteras compensatorias. Puede que esto te suene raro, pero el ser humano necesita compensar el estrés vivido, si no, piensa en las vacaciones ¿para qué se inventaron?.
- Finalmente, mira a tu alrededor, seguramente hay mucha gente cuya Navidad es más difícil que la tuya, quizá te sientas mejor regalándoles una sonrisa o un momento de tu tiempo. Puede que incluso te sirva para desprenderte de aquello que te sobra mientras obsequias a otros (ropa que no usas, juguetes, esa vajilla del trastero). Si no te sobran cosas pero te sobra tiempo, hay muchos espacios en los que tu solidaridad y altruismo es bienvenido, sin necesidad de dar dinero: bancos de alimentos, Cruz Roja, comedores sociales, asociaciones vecinales. No te tomes este punto como una directriz moral de las psicólogas de escuchaste psicología, nuestra perspectiva nunca será moralista sino terapéutica, ese es nuestro trabajo, te animamos a la solidaridad porque sabemos que te aportará satisfacción personal a ti mismo.
Y recuerda»una alegría compartida se multiplica y una tristeza compartida se divide».
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